lunes, 29 de marzo de 2010

Susceptibilidades de la treintena




La crema

Interior. Día. Perfumería con nombre que suena a organismo de vida unicelular. Joven dependienta de 24 atiende a espléndida mujer de 33 (recién cumplidos). "Estaba buscando alguna crema antiarrugas (que obviamente, no necesito aún y sé que tú también me lo vas a decir)". Dependienta observa con los ojos entrecerrados la perfecta piel de la clienta. Con una sonrisa que no puede anticipar nada bueno, realiza la siguiente observación: "Ésta es la que utiliza mi madre". Espléndida mujer de 33 levanta la ceja, planteándose la idea de machacar la cabeza de la amable dependienta con el bote de la antiarrugas.


Los vaqueros

Interior. Mediodía. Tienda de moda con música tecno (un cubata, please). Espléndida mujer de 33 (recién vapuleados) encuentra unos fantásticos vaqueros pitillo de un verde indescriptible. Valiente, orgullosa y decidida, se acerca a la caja donde un jovencito con acné juvenil desafía toda ley de la gravedad con su pelo pincho apuntando hacia el techo. El jovencito, con una sonrisa que sólo anticipa un berrinche de la mujer, lanza un: "Se lo pongo para regalo, ¿verdad?". Espléndida mujer de 33 piensa que es una suerte tener las piernas largas, así por bien seguro que las perneras de los vaqueros darán varias vueltas alrededor del estrangulado cuello del jovencito.


El autobús

Exterior. Tarde. Parada del autobús de nombre entre el 4 y el 6. Espléndida mujer de 33 (recién hechos trizas) se sube al autobús dando por bueno el día. No hay un sitio libre, la bolsa de la crema antiarrugas para la madre de la dependienta y la del vaquero envuelto para regalo pesan demasiado pero da lo mismo, a pesar de todo, es joven y con ella no van a poder un par de pipiolos. Nota que alguien la mira, da un golpe de melena, un jovencito que sonríe encantadoramente desde un asiento cercano, probablemente con intenciones pocos decorosas. Aleluya, no todo está perdido. Espléndida mujer de 33 siente correr dos lagrimones que van a caer al interior de las bolsas al oír las educadas palabras del joven: "Señora, ¿quiere usted sentarse?".