sábado, 26 de junio de 2010

De paseo


Venga, Javi, vámonos de paseo, que hace bonito y mamá tiene el día libre... Coge a Pablo, no te olvides de Piet, que ya sabes lo poco que le gusta quedarse solo en casa. Zumo, galletitas de arroz, crema factor 50, ¡gorra!, pies balanceándose, ¿lo tenemos todo?, vamos pallá, que tenemos que verlo to-do... Di hola Javi, ahí está Mevrouw Van der Berg. Di adiós Javi, que pasa el cartero. Calle a la derecha, calle a la izquierda, rotonda, ¿cuántos metros? Parada, besito de mamá, qué bien hueles, mi chiquitín... Pasamos por debajo del puente del tren... ¡Javi, que se va el tren... adiós, adiós! Y la manita que sale de la silla de paseo "¡dag, dag!"... ¡Bicicletas, perros enormes, los patos, qué bien se ve todo, mamá! La calle larga, que huele a shoarma, a madera, a vino, a coffeeshop y... ¡mira, un dragón volando!... tienda de frutos secos al final, ¡vade retro, Satanás! Zapatos de marca, la marca de mis zapatos, estos zapatos, que me hacen marca, ¿y si voy descalza? qué calor, qué calor tengo... qué guapa soy, qué tipo tengo... y Javi a las palmas... toma que toma que toma, toma que toma que toma... ¡tá! callejuelas, traviesas, escondidas, a medio sol, a pleno sol, a la sombra, un sol y sombra... "¡Ay!" y dedito que señala... ¿Qué ves, rubio? ¡El reloj de la iglesia! Tic tac, tic tac... Y esos piececitos que se balancean, se balancean... Dos extranjeros orgullosos, Javi, eso es lo que somos y la calle para nosotros solos... sigamos de paseo, mi niño, que si la ciudad se deja, la hacemos nuestra...

martes, 22 de junio de 2010

Deventer


Las razones para quererla son innumerables. Para empezar, la llaman la Moscú del IJssel por su tradición política. Tiene unos restaurantes para morirse, unas tiendas estupendas, los rincones más preciosos, las mejores librerías... Durante todo el verano hay mercadillos de antigüedades con auténticas gangas. Los lunes, los martes, los miércoles, los jueves, los viernes y, ah sí, los sábados hay mercado en algún lugar de la ciudad, con fruta y verdura fresca y, casi por definición, de cultivo biológico. En Navidad se celebra el festival de Dickens, en agosto el Boekenmarkt, en julio teatro callejero por toda la ciudad, en septiembre cine (¡gratis!) al aire libre en el Brink, en noviembre la ciudad se viste de lucecitas, en diciembre llega San Nicolás. Las casas son majestuosas y baratas, la gente amable y abierta, las aceras están llenas de árboles, las calles, de bicicletas, el centro, de peatones... La ciudad respira tranquilidad y suspira satisfacción, las puertas apenas se cierran con llave. Casi no hay semáforos y siempre huele a galletas de caramelo. Y por si fuera poco, adoran a los españoles.

La razón, sin embargo, para odiarla con toda el alma es una y sólo una: que Deventer no es Madrid.

viernes, 4 de junio de 2010